II
LA HIJA DEL SOL ES UN AVE..
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En el principio de los tiempos, las personas que habitaban la tierra respetaban las decisiones que los dioses tomaban para ellos, se consideraba lo mejor y jamás se ponían en duda, en todos los órdenes eran los dioses los que decidían: a la hora de sembrar, a la hora de cosechar, los sacrificios o las fiestas y homenajes que se harían, los humanos siempre estaban esperando qué dirían los dioses.
Pero y además no todos sabían interpretar los deseos o las órdenes de aquellos dioses, por el contrario eran muy escasos los seres privilegiados que podían conocer sus designios, de ahí que los adivinadores, los brujos o los shamanes eran tan importantes para aquellas épocas, eran ellos los encargados de traducir las señales de los dioses y hacerle entender a los pueblos para su mayor felicidad lo que ellos querían...
Quizá el asunto hubiera permanecido así hasta nuestros días, pero lo que inició el cambio fue que ¡hasta en la decisión de casarse de los hombres y las mujeres que habitaban la tierra empezaron a meterse los dioses!
Un día los shamanes anunciaron que la diosa Luna había ordenado que ella tendría que aprobar cualquier unión antes de que se hiciera, todos estaban acostumbrados a obedecer ... pero esto era demasiado, pensaron,,,, especialmente la hermosa princesa, hija del jefe que estaba enamoradísima (y él de ella) de uno de los muchachos mas naturales de la región, que por cierto ni siquiera era de allí, un día había llegado como de la nada, aunque nadie a su vez le había dado importancia a esto... De todas maneras nunca imaginaron lo que pasaría...
Cuando los shamamanes anunciaron a los dioses la intención de casarse de aquellos seres , la negativa fue rotunda, la diosa Luna mandó a decir que no lo aprobaba y que no lo aprobaría nunca. ¿ Pero qué era esto ? La muchacha: valiente y decidida, convocó a todo el pueblo y explicó: Las cosas tienen límites, los dioses no tienen derecho a gobernar en lo mas íntimo de nuestras vidas, especialmente no le daremos derecho a mandar en nuestros corazones, está bien: ya les obedecemos en: cuándo sembrar, cazar, cuándo cosechar o bailar ¿No es suficiente acaso? No lo permitiremos y, mientras decía esto, truenos y relámpagos caían sobre las montañas, la furia de la diosa Luna no se hacia esperar.
La confusión era terrible, la discusión se prolongaba, los rayos y las aguas se precipitaban... Se convocó a los pueblos cercanos, la muchacha estaba dispuesta a sacrificarse por todos pues ella llevaría la mayor parte de la responsabilidad, pero aquel injusto castigo recaería también sobre los demás, todos sufrirían las consecuencias si desafiaban a los dioses, hablaron, opinaron, participaron hasta los niños, como siempre que se hace una reunión india, finalmente decidieron que aguantarían el castigo y todo lo que sucediera pero en sus corazones ni los dioses gobernarían...
Los shamanes de la tribu mandaron súplicas a los demás dioses para pedir clemencia, ya todos sabían lo que sucedía, unos se pusieron a favor y otros en contra para preservar sus poderes, y, finalmente, cuando la discusión parecía que haría estallar a todos: el muchacho objeto del amor de la princesa se reveló: ¡ Apareció espléndido, envuelto en dorado, lleno de rayos, gigante y magnífico, era el gran Dios sol que había venido a darle valor a los hombres para que sus corazones fueran libres ! se llevó a la muchacha por los aires y todos vieron cuando se convirtió en un avecilla preciosa; La hija del sol, que todavía vuela por nuestro continente para recordarle a los hombres y mujeres su hazaña, fue la ultima vez que un dios intentó dirigir el corazón de los mortales que viven en la Tierra, para siempre y gracias a aquella princesa, y a su pueblo valiente somos libres hasta para decidir a quien entregamos nuestro amor.