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I
COMO FUE QUE GRAN DIOS DE TODOS LOS DIOSES NOS CREÓ....

(Haz click sobre las palabras resaltadas y sabrás su significado)

El gran Dios de todos los dioses descansaba satisfecho después de haber creado la Tierra, era todo tan hermoso, tuvo hambre, tantos frutos!, escogió entre los más frescos y, luego de satisfacer su estómago, decidió dar un paseo, recorrió valles inmensos, montañas grandes, pequeñas: ¡ y maravillosas todas ellas ¡ acantilados profundos, bosques húmedos y misteriosos, selvas intrincadas, contempló los animales: desde los diminutos insectos, hasta las mas majestuosas aves, paseándose por los animales rastreros, los de cuatro patas , los elegantes felinos, los que le parecían extraños como el oso hormiguero, miraba y reflexionaba sobre lo estupendo de esos seres. ¡ Orgulloso de tanta vida y variedad !

En ese momento se dio cuenta de que faltaba algo, mejor dicho, alguien, que al menos se pareciese un poco a Él, alguien que hablara, que caminara, que disfrutara aquello, que lo aprovechara, lo admirara. Se le ocurrió de inmediato una idea, se fue hasta un lago cercano y de allí saco una oscura arcilla, muy suave y moldeable e hizo con ella dos fantásticos muñecos un varón y una hembra, pero al verlos se dio cuenta que necesitaban cocción...

Los metió en un horno de piedras que construyó allí mismo y lo encendió, se echó boca arriba y, como había llegado la noche, se entretuvo mirando las estrellas mientras esperaba, hasta que se percató de que habían pasado muchas horas ¡Ay cómo es posible, se me pasó el tiempo y no estuve atento: sacó a la mujer y al hombre del horno.

¡Estaban hermosos y absolutamente ennegrecidos! le pareció estupendo, miró sobre todo el Universo y los envió hasta aquel sitio en el que el sol siempre estaba como aquel gran horno hirviente, Seria la gran raza negra que viviría en las regiones del Continente Africano...

Entonces hizo de nuevo dos muñecos: la hizo a ella y lo hizo a él, ¡tan bellos como los anteriores!, esta vez al meterlos en el horno se quedó vigilando y estuvo muy atento, cuidando la llama, apenas se cocinaron... Los sacó apresuradamente, estaban blancos, hermosamente blancos, entonces los lanzó hacia tierras en donde el sol sólo los calentaría muchísimo ... una vez al año... Y así poblarían esas otras partes del mundo.

Pero le seguía faltando compañeros para este continente tropical, entonces se le ocurrió hacer de nuevo uno y una muñeca, pero esta vez los untó con un aceite fragante y dorado, ¡Al Horno!, Fue cuidadoso con el tiempo, más, por el efecto del aceite: cuando sacó los muñecos del horno éstos estaban amarillos, eso sí: bellamente amarillos, los lanzó a la región de la tierra, que llamaríamos con el correr del tiempo, Asia, y los bautizó como la raza amarilla...

Pasado un tiempo decidió ir a otro lugar... caminó , vagó por todas las cascadas y ríos, hasta que llegó a uno muy especial, donde la tierra era rojiza como los minerales... marrones y de tonos muy bellos, ahí se detuvo, la arcilla que sacó de la playa de esta agua era perfumada, deliciosa, casi podría decir que amorosa. ¡Hizo a la mujer... hizo al hombre y no necesitó cocinarlos, sus corazones tenían fuego propio y comenzaron a latir en el mismo instante en que los terminó. Eran creaciones perfectas y fueron nuestros abuelos, los que al principio de los tiempos poblaron, junto a los dioses, este hermoso continente!

 


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